Ana pasea por la cubierta con la cabeza baja. Recordando todos aquellos acontecimientos que marcaron su vida. Jamás perdonará a su madre por todo lo que hizo.
No se enteró de que Alberto había ido a buscarla. De haberlo hecho hubiese ido a verle. Su madre lo sabía y por eso no le dijo nada.
Por otra parte, Alberto dio por sentado que ella estaría felizmente casada y no quiso interponerse.
Nada más lejos de la verdad. Ricky, su marido, a pesar de los años y de la pequeña fortuna que había conseguido amasar, seguía siendo el niño débil, cobarde, presumido y egoísta que era cuando iban al instituto.
Al principio del matrimonio no era así. Era cariñoso y atento, pero a los pocos meses destapó su verdadera personalidad.
Era muy celoso y posesivo con ella. Egoísta y avaricioso. Y, lo que es peor: violento.
Él sabía perfectamente que Ana no había conseguido apartar de su mente a Alberto. Cuando volvía a casa con algunas copas de más, que era cada vez más frecuente, se lo reprochaba y acababa por abofetearla.
Ella se veía acorralada, sola y atrapada. Además le tenía muchísimo miedo. Por lo que no se atrevía a tomar ninguna determinación.
Después, venía a ella suplicándole que le perdonara y jurándole que no lo volvería a hacer.
Desde fuera, daba la apariencia de un hombre muy amable y cariñoso. Era con ella con quien mostraba su verdadero yo.
Recuerda con amargura una de las peores palizas recibidas por él.
domingo, 3 de mayo de 2009
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Cada dia estoy mas sorprendida con la historia.
ResponderEliminarGracias.
Me alegro mucho, marilyn. Al menos espero que sirva para entretener. Gracias a ti.
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