domingo, 26 de abril de 2009

CAPÍTULO 21

Ana llevaba unos días nerviosa. Deambulaba por la habitación como una pantera enjaulada, mirando el reloj.

Llevaba unos días sin chatear con Alberto. Le mandaba mensajes diciendo que tenía que trabajar. Pero antes, cuando no podía conectarse, al menos le mandaba algún mensaje, acompañado de una foto o un video corto, en el que la recordaba lo mucho que la quería. Pero estas veces no. Tenía la extraña sensación de que había algo más.

Encendió el ordenador. Al cabo de un rato, esperando a que se le abriese el correo, se dio cuenta de que tenía un mensaje de Alberto.

Lo abrió presurosa e ilusionada. Pero la sorpresa fue mayúscula cuando empezó a leer el mensaje.

Cariño. Llevo varios días tratando de encontrar la manera de decirte algo. Pero no quiero alargarlo por más tiempo.

Yo te quiero mucho y, por nada del mundo, deseo hacerte daño. Pero esta distancia que nos separa ha acabado por separar también nuestro amor.

Compréndelo, soy un hombre joven que tiene toda una vida por delante. No puedo pasarme la vida encerrado en casa, hablándole a una pantalla.

He conocido a una chica muy agradable y atenta conmigo. Y poco a poco está haciéndome olvidar mi amor por ti. Por lo que tengo que dejarte ahora, antes de que te hagas aun más ilusiones y sea peor.

Contigo he pasado la mejor época de mi vida y siempre te guardaré un lugar en mi corazón.

Te deseo, de todo corazón, que seas muy feliz y encuentres a un hombre que sepa amarte como te mereces.

Adiós, Ana. Cuídate mucho.

Alberto
.”

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