sábado, 25 de abril de 2009

CAPÍTULO 18

Alberto estaba hecho polvo. El taller estaba últimamente a los topes de trabajo. Y por la tarde, la clase en la universidad había sido un auténtico tostón.

Hacía horas en el taller mecánico e iba a estudiar por la noche. Era agotador, pero lo hacía contento, convencido de que ahorraría lo bastante para, cuando se graduase, ir a Estados Unidos a buscar a Ana. No iba a esperar a que ella viniese. Pues él, al tener un año más, acabaría antes que ella. Y desde luego no estaba dispuesto a repetir ningún curso.

Sacaba, no obstante, tiempo para su padre y Mariona, con los que pasaba muy buenos momentos. También para los amigos, con los que se juntaba de cuando en cuando. Siempre que no tuviese que estudiar.

Su padre se preocupaba por él. Veía bien que trabajase y estudiase al mismo tiempo. Muchos chicos y chicas lo hacen, pero no con semejante desesperación y prisa. Estaba convencido de que si pudiese, su hijo haría dos cursos a la vez para ganar tiempo y trabajaría por las noches para ahorrar más dinero.

Sin embargo, tanto él como Mariona, le admiraban. Tenía una tenacidad y determinación que le daba una fuerza extraordinaria. Al menos ahora le veía ilusionado.

Después de que Ana se fuese, estuvo un tiempo tan deprimido que estuvieron muy preocupados por él.

Pero siempre ha sido un chico muy fuerte, en todos los aspectos. Y ahora, ya crecido, se había convertido en un atractivo muchacho.

Pero lo mejor era cuando llegaba a casa y encendía el ordenador para chatear con Ana. Cada vez que la veía la encontraba más y más guapa. Deseaba, con todas sus fuerzas, poder atravesar la pantalla del ordenador para besarla.


No pasaba por alto que Ana era una chica muy guapa y esbelta. Sabía que los hombres la miraban y deseaban. Temía, en el fondo, que algún guapote pijo de esos que la rodeaban consiguiese engatusarla y se la robase.

Pero no tenía más remedio que aguantarse. Lo mejor era prepararse bien para ir a buscarla lo más pronto posible.

Le contó lo de Sara hace tiempo. Y le explicó su indignación porque se fuese sin tan siquiera haberse despedido de él.

2 comentarios:

  1. Estoy muy contento de que te guste. Esa era la idea. Ya digo, no soy un buen escritor, pero espero que guste.

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